El dia a dia en la Floresta
Desde la llegada en el bus de la empresa Copsa, ya era toda una aventura, mi padre nos hacia a mi hermano y a mi, poner los bolsos que llevaríamos, junto a la puerta de salida del apartamento, el contaba los bultos y así comprobaría al bajar del bus. que no nos dejaríamos nada en el. No era un viaje largo casi dos horas, en una carretera muy pintoresca y que íbamos memorizando los diferentes balnearios de la costa, otro de las artimañas de mi papa para mantenernos calmados, así que no ayudaba a saber cuanto faltaba para llegar.
Al bajar del bus y mi padre comprobar que teníamos todo, nos decía que respiráramos profundo tres veces, y disfrutáramos del olor a los pinos o eucaliptos, que realmente son dos perfumes que no se te olvidan mas en la vida.
En los años del Estella Maris, yo era chica y no recuerdo mucho si había una rutina, pienso que al llegar había que guardar la ropa y los comestibles, y a buscar barra de hielo y lo que faltaba para la comida, la casa estaba muy bien ubicada, a una cuadra de la playa y del arroyo, como también del almacén. Así que una de las cosas primeras también seria, para nosotros dos y a ver la playa y poderse dar un baño.
Teníamos amigos que iban todos los años, en esta foto esta Jorge Dibarrat, que las dos familias tenían una amistad que perduro toda la vida, ellos eran dos hermanos, Daniel y Jorge, luego esta mi hermano, seguido Pablo Recaño, que era nieto de Recaño, el que estaba encargado de el cuidado de los apartamentos del Estela Maris, no recuerdo bien la razón solo se que el siempre estaba en Floresta, también una familia muy querida por mis padres. Y al final estoy yo.
La gran diversión en las tardes, era ir a tomar un helado al centro, donde había una maquina donde se depositaba una ficha y tocaba música. A mi hermano le gustaba un baterista de la época, y llevaba el ritmo en las mesas de metal, de dicha heladería, parecía como que se poseía con esa música, que ponía una y otra vez,
Esta heladería estaba cerca del club La Floresta, pero tenias que ser socio, con los años nos hicimos de un grupo de amigos, con los cuales podíamos entrar, y hacíamos bailes que nosotros mismos organizábamos entre el grupo, llevábamos el tocadiscos y los discos, y se armaba el baile, también en las tardes jugábamos a las cartas, o simplemente nos sentábamos a charlar.
Todos los veranos nos encontrábamos con amigos viejos o conocíamos nuevos, no se cuantos veranos pasamos en esta casa del Estella Maris, ya que también íbamos cuando mi mama era voluntaria a cocinar para algún retiro espiritual o campamento. Recuerdo una vez con un grupo de sacerdotes en retiro, entre los que se encontraba mi tío Luis, y también el tan querido padre Vitale, con el cual la amistad duro por el resto de su vida. Pues mi madre se sentó a la mesa, ya un poco cansada del trajín, y siendo una de las ultimas en terminar su plato, y había que traer la sopa, fue cuando Vitale se ofreció a ir a la cocina por ella, mama le agradeció y trataba de terminar su comida, cuando percibe un gran silencio dentro de los comensales, y levanta la vista, para su gran asombro y con un grito dice "noooo no coman eso", resulta que en vez d e traer la sopa, Vitale trajo un tacho sucio de una crema que ella había hecho, y lo dejado en remojo con agua, para poderlo lavar con facilidad. Pues todos los devotos sacerdotes, intentaban proba esa agua sucia y ninguno se animaba, y el amable padre le suplicaba que fueran benevolentes con mi pobre madre que había trabajado tanto, y el llego a probar una cucharada de esa agua. Pasaron los años y esa historia se seguía contando en la familia, en especial cuando Vitale venia a comer a casa.
El padre Vitale y mis padres |
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